
El Proyecto Aporto es una iniciativa centroamericana conjunta entre la Red de Desarrollo Sostenible-Honduras (RDS-HN), La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Guatemala, y La Fundación Comunicándonos, El Salvador. Es apoyado técnica y financieramente por el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC) de Canadá.
Entre el jueves 20 y el viernes 21 de marzo, en Tornabé Tela y El Salitre, Yoro, el diálogo se hizo camino entre comunidades garífunas y tolupanas, convocadas por un tema en común: trazar colectivamente rutas para la defensa y promoción del ambiente, sus tierras y territorios. A través de espacios de discusión y reflexión promovidos con el acompañamiento del Proyecto Aporto, las voces de lideresas y líderes que viven día a día las consecuencias del cambio climático, y que, además, enfrentan consecuencias por su labor de defensoría.
Estos encuentros en los territorios fueron, ante todo, espacios de escucha activa y reflexión. Cada conversación fue una ventana a realidades marcadas por la resistencia cotidiana y por una memoria viva que recuerda lo que se ha perdido y lo que aún se protege. Desde la experiencia, las y los participantes compartieron los desafíos que enfrentan: tensiones alrededor de la propiedad colectiva, cambios en el uso del suelo, debilitamiento de estructuras organizativas y la necesidad constante de fortalecer la gobernanza comunitaria. No se trató solo de enumerar problemas, sino de nombrarlos con el peso de quien los vive y con la esperanza de quien busca transformarlos.



En los territorios garífunas, las reflexiones giraron en torno a la defensa de los derechos colectivos y al cuidado de los territorios ancestrales. Las intervenciones señalaron, con claridad y dignidad, cómo ciertos procesos externos van generando presiones que amenazan la cohesión comunitaria y la integridad territorial. Frente a ello, surgió una convicción compartida: seguir organizándose, cuidando el tejido social y exigiendo que se respete lo que históricamente les pertenece.
En las comunidades tolupanas, fueron las mujeres quienes tomaron la palabra con fuerza. Desde su relación cotidiana con el agua, los bosques y los caminos, hablaron de como sus montañas, sus ríos y territorios han cambiado para mal, y el del impacto que esto genera. Pero también hablaron de propuestas, de saberes heredados, de formas propias de gestionar los recursos y de cómo estos conocimientos deben ser reconocidos y protegidos por las políticas públicas.
En cada intervención se evocó un compromiso firme con la vida y con el territorio. Las palabras compartidas no solo hicieron visible una serie de problemáticas estructurales, sino que también reafirmaron el papel que tienen las comunidades en la defensa de la naturaleza, los bienes comunes y el futuro de las comunidades. Más que diagnósticos, lo que se construyó fue un relato común que interpela, que convoca, y que exige ser escuchado.
